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mejor tiempo para la Iglesia de la Caridad de Sevilla, y otros varios Templos, obras tan dignas de ser admiradas por todas partes, como desgraciadas en no haber tenido un Audran que pudiera con la destreza de su buril haberlas multiplicado por Europa; que entonces al hablar de los Pintores sublimes de cada Nacion en las historias, ocuparía indubitablemente nuestro Murillo en España el mismo lugar que obtienen en sus respeƈtivos países Pusino, Le-Brun, Corregio, Pablo Verones, Ticiano, Caraci, y aun el sin igual Rafael de Urbino, pues es evidente que en quanto á la expresion muchas veces no hizo mas el Profesor Italiano, que el Españól, quedando éste siempre superior en la belleza, frescura y naturalidad del colorido.

Se nota á Murillo de que no estudió el Antiguo tanto como otros, faltando á sus contornos aquella magestad que se observa en las obras Griegas. Pero esta magestad y elegancia, que daban los Griegos á las figuras divinas (pues en las otras vemos mucho mas imitado el Natural) en una palabra, aquella belleza puramente ideál ¿que mucho será que se eche de menos en Murillo, quando los que se precian de verdaderos inteligentes dicen que la encuentran pocas veces en Rafaél? Otros como Pusino, estudiaron sin duda el Antiguo incomparablemente mas que Murillo; pero tambien en todas sus obras se nota aquella sequedad, y
fal-