Página:La Odisea (Luis Segalá y Estalella).pdf/60

Esta página ha sido validada
60
LA ODISEA

Tiestíada. Ya desde allí les pareció la vuelta segura y, como los dioses tornaron á enviarles próspero viento, llegaron por fin á sus casas. Agamenón pisó alegre el suelo de su patria, que tocaba y besaba, y de sus ojos corrían ardientes lágrimas al contemplar con júbilo aquella tierra. Pero vióle desde una eminencia un atalaya, puesto allí por el doloso Egisto que le prometió como gratificación dos talentos de oro, el cual hacía un año que vigilaba—no fuera que Agamenón viniese sin ser advertido y mostrase su impetuoso valor;—y en seguida se fué al palacio á dar la nueva al pastor de hombres. Y Egisto urdió al momento una engañosa trama: escogió de entre el pueblo veinte hombres muy valientes y los puso en emboscada, mientras, por otra parte, ordenaba que se aparejase un banquete. Fuése después á invitar á Agamenón, pastor de hombres, con caballos y carros, revolviendo en su ánimo indignos propósitos. Y se llevó al héroe, que nada sospechaba acerca de la muerte que le habían preparado, dióle de comer y le quitó la vida como se mata á un buey junto al pesebre. No quedó ninguno de los compañeros del Atrida que con él llegaron, ni se escapó ninguno de los de Egisto, sino que todos fueron muertos en el palacio.»

538 »Tal dijo. Sentí destrozárseme el corazón y, sentado en las arenas, lloraba y no quería vivir ni contemplar ya la lumbre del sol. Mas, cuando me sacié de llorar y de revolcarme por el suelo, hablóme así el veraz anciano de los mares:

543 «No llores, oh hijo de Atreo, mucho tiempo y sin tomar descanso, que ningún remedio se puede hallar. Pero haz por volver lo antes posible á la patria tierra y hallarás á aquél, vivo aún; y, si Orestes se te adelantara y lo matase, llegarás para el banquete fúnebre.»

548 »Así se expresó. Regocijéme en mi corazón y en mi ánimo generoso, aunque me sentía afligido, y hablé al anciano con estas aladas palabras:

551 «Ya sé de éstos. Nómbrame el tercer varón, aquél que, vivo aún, se encuentra detenido en el anchuroso ponto, ó quizás haya muerto. Pues, á pesar de que estoy triste, deseo tener noticias suyas.»

554 »Así le dije, y me respondió en el acto: «Es el hijo de Laertes, el que tiene en Ítaca su morada. Le vi en una isla y echaba de sus ojos abundantes lágrimas: está en el palacio de la ninfa Calipso, que le detiene por fuerza, y no le es posible llegar á su