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LA ODISEA

atravesaron con pinchos y lo asaron, sosteniendo con sus manos las puntiagudas varillas.

464 En esto lavaba á Telémaco la bella Policasta, hija menor de Néstor Nelida. Después que lo hubo lavado y ungido con pingüe aceite, vistióle un hermoso manto y una túnica; y Telémaco salió del baño, con el cuerpo parecido al de los dioses, y fué á sentarse junto á Néstor, pastor de pueblos.

470 Asados los cuartos delanteros, retiráronlos de las llamas; y, sentándose todos, celebraron el banquete. Varones excelentes se levantaban á escanciar el vino en áureas copas. Y una vez saciado el deseo de comer y de beber, Néstor, el caballero gerenio, comenzó á decirles:

475 «Ea, hijos míos, aparejad caballos de hermosas crines y uncidlos al carro, para que Telémaco pueda llevar á término su viaje.»

477 De tal suerte habló; ellos le escucharon y obedecieron, enganchando prestamente al carro los veloces corceles. La despensera les trajo pan, vino y manjares como los que suelen comer los reyes, alumnos de Jove. Subió Telémaco al magnífico carro y tras él Pisístrato Nestórida, príncipe de hombres, quien tomó con la mano las riendas y azotó á los caballos para que arrancasen. Y éstos volaron gozosos hacia la llanura, dejando atrás la excelsa ciudad de Pilos y no cesando en todo el día de agitar el yugo.

487 Poníase el sol y las tinieblas empezaban á ocupar los caminos, cuando llegaron á Feras, á la morada de Diocles, hijo de Orsíloco, á quien engendrara Alfeo. Allí durmieron aquella noche, aceptando la hospitalidad que Diocles se apresuró á ofrecerles.

491 Mas, apenas se descubrió la hija de la mañana, la Aurora de rosáceos dedos, engancharon los bridones, subieron al labrado carro y guiáronlo por el vestíbulo y el pórtico sonoro. Pisístrato azotó á los corceles, para que arrancaran, y éstos volaron gozosos. Y habiendo llegado á una llanura que era un trigal, en seguida terminaron el viaje: ¡con tal rapidez los condujeron los briosos caballos! Y el sol se puso y las tinieblas ocuparon todos los caminos.