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Mercurio conduce al Orco las almas de los pretendientes


CANTO XXIV
LAS PACES


1 El cilenio Mercurio llamaba á las almas de los pretendientes, teniendo en su mano la hermosa áurea vara con la cual adormece los ojos de cuantos quiere ó despierta á los que duermen. Empleábala entonces para mover y guiar las almas y éstas le seguían profiriendo estridentes gritos. Como los murciélagos revolotean chillando en lo más hondo de una vasta gruta si alguno de ellos se separa del racimo colgado de la peña, pues se traban los unos con los otros: de la misma suerte, las almas andaban chillando, y el benéfico Mercurio, que las precedía, llevábalas por lóbregos senderos. Transpusieron en primer lugar las corrientes del Océano y la roca de Léucade, después las puertas del Sol y el país de los Sueños, y pronto llegaron á la pradera de asfódelos donde residen las almas, que son imágenes de los difuntos.

15 Encontráronse allí con las almas de Aquiles, hijo de Peleo, de Patroclo, del irreprochable Antíloco y de Ayax, que fué el más excelente de todos los dánaos, en cuerpo y hermosura, después del