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Ulises, valiéndose del arco, mata á los pretendientes de Penélope


CANTO XXII
MATANZA DE LOS PRETENDIENTES


1 Á la hora desnudóse de sus harapos el ingenioso Ulises, saltó al grande umbral con el arco y la aljaba repleta de veloces flechas y, derramándolas delante de sus pies, habló de esta guisa á los pretendientes:

5 «Ya este certamen fatigoso está acabado; ahora apuntaré á otro blanco adonde jamás tiró varón alguno, y he de ver si lo acierto por concederme tal gloria el dios Apolo.»

8 Dijo, y enderezó la amarga saeta hacia Antínoo. Levantaba éste una bella copa de oro, de dos asas, y teníala ya en las manos para beber el vino, sin que la idea de la muerte preocupase su espíritu: ¿quién pensara que, entre tantos convidados, un solo hombre, por valiente que fuera, había de darle tan mala muerte y negro hado? Pues Ulises, acertándole en la garganta, hirióle con la flecha y la punta asomó por la tierna cerviz. Desplomóse Antínoo, al recibir la herida, cayósele la copa de las manos, y brotó de sus narices un espeso chorro de humana sangre. Seguidamente empujó la mesa, dándole con el pie, y esparció las viandas por el suelo, donde el pan y la carne asada se mancharon. Al verle caído, los pretendien-