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LA ODISEA

me alumbraba con las antorchas, deshacía lo tejido. De esta suerte logré ocultar el engaño y que mis palabras fueran creídas por los aqueos durante un trienio; mas, así que vino el cuarto año y volvieron á sucederse las estaciones, después de transcurrir los meses y de pasar muchos días, entonces, gracias á las perras de mis esclavas que de nada se cuidan, vinieron á sorprenderme y me increparon con sus palabras. Así fué como, mal de mi grado, me vi en la necesidad de acabar la tela. Ahora ni me es posible evitar las bodas, ni hallo ningún otro consejo que me valga. Mis padres desean apresurar el casamiento y mi hijo siente gran pena al notar cómo son devorados nuestros bienes, porque ya es un hombre apto para regir la casa y Júpiter le da gloria. Mas, con todo eso, dime tu linaje y de dónde eres; que no serán tus progenitores la encina ó el peñasco de la vieja fábula.»

164 Respondióle el ingenioso Ulises: «¡Oh veneranda esposa de Ulises Laertíada! ¿No cesarás de interrogarme acerca de mi progenie? Pues bien, voy á decírtela, aunque con ello acrecientes los pesares que me agobian; pues así le ocurre al hombre que, como yo, ha permanecido mucho tiempo fuera de su patria, peregrinando por tantas ciudades y padeciendo fatigas. Mas, con todo, te hablaré de aquello acerca de lo cual me preguntas é interrogas.

172 »En medio del vinoso ponto, rodeada del mar, existe una tierra hermosa y fértil, Creta; donde hay muchos, innumerables hombres, y noventa ciudades. Allí se oyen mezcladas varias lenguas, pues viven en aquel país los aqueos, los magnánimos cretenses indígenas, los cidones, los dorios, que están divididos en tres tribus, y los divinales pelasgos. Entre las ciudades se halla Cnoso, gran urbe, en la cual reinó por espacio de nueve años Minos, que conversaba con el gran Júpiter y fué padre de mi padre, del magnánimo Deucalión. Éste engendróme á mí y al rey Idomeneo, que fué á Ilión en las corvas naves, juntamente con los Atridas; mi preclaro nombre es Etón y soy el más joven de los dos hermanos, pues aquél es el mayor y el más valiente. En Cnoso conocí á Ulises y aun le ofrecí los dones de la hospitalidad. El héroe enderezaba el viaje para Troya cuando la fuerza del viento lo apartó de Malea y lo llevó á Creta: y entonces ancoró sus barcos en un puerto peligroso, en la desembocadura del Amniso, donde está la gruta de Ilitia, y á duras penas pudo escapar de la tormenta. Entróse en seguida por la ciudad y preguntó por Idomeneo, que era, según afirmaba, su huésped querido y venerado; mas ya la Aurora había aparecido diez ú once ve-