Ó RECONOCIMIENTO DE ULISES POR EURICLEA
1 Quedóse en el palacio el divinal Ulises y, junto con Minerva, pensaba en la matanza de los pretendientes, cuando de súbito dijo á Telémaco estas aladas palabras:
4 «¡Telémaco! Es preciso llevar adentro las marciales armas y engañar á los pretendientes con suaves frases cuando las echen de menos y te pregunten por las mismas: «Las he llevado lejos del humo, porque ya no parecen las que dejó Ulises al partir para Troya; sino que están afeadas en la parte que alcanzó el ardor del fuego. Además, alguna deidad me sugirió en la mente esta otra razón más poderosa: no sea que, embriagándoos, trabéis una disputa, os hiráis los unos á los otros, y mancilléis el convite y el noviazgo; que ya el hierro por sí solo atrae al hombre.»
14 Así se expresó. Telémaco obedeció á su padre y, llamando á su nodriza Euriclea, hablóle de esta suerte: