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CANTO DÉCIMOSÉPTIMO

seguido dirigió á Telémaco estas aladas palabras, acercando la cabeza para que los demás no se enteraran:

593 «¡Amigo! Yo me voy á guardar los puercos y todas aquellas cosas que son tus bienes y los míos; y lo de acá quede á tu cuidado. Mas lo primero de todo sálvate á ti mismo y considera en tu espíritu cómo evitarás que te hagan daño; pues traman maldades muchos de los aqueos, á quienes Júpiter destruya antes que se conviertan en una plaga para nosotros.»

598 Respondióle el prudente Telémaco: «Así se hará, abuelo. Vete después de cenar, y al romper el alba traerás hermosas víctimas; que de las cosas presentes cuidaré yo y también los inmortales.»

602 Tal dijo. Sentóse Eumeo nuevamente en la bien pulimentada silla y después que satisfizo el deseo de comer y de beber volvióse á sus puercos, dejando atrás la cerca y la casa que rebosaban de convidados. Y recreábanse éstos con el baile y el canto, porque ya la tarde había venido.