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LA ODISEA

y guiáronlo por el vestíbulo y el pórtico sonoro. Pisístrato azotó á los corceles para que arrancaran, y éstos volaron gozosos. Prestamente llegaron á la excelsa ciudad de Pilos, y entonces Telémaco habló de esta suerte al hijo de Néstor:

195 «¡Nestórida! ¿Cómo llevarías á cumplimiento, conforme prometiste, lo que te voy á decir? Nos gloriamos de ser para siempre y recíprocamente huéspedes el uno del otro, por la amistad de nuestros padres; tenemos la misma edad, y este viaje habrá acrecentado aún más la concordia entre nosotros. Pues no me lleves, oh alumno de Júpiter, más adelante de donde está mi bajel; déjame aquí, en este sitio: no sea que el anciano me detenga en su casa, contra mi voluntad, por el deseo de tratarme amistosamente; y á mí me urge llegar allá lo antes posible.»

202 Tal dijo. El Nestórida pensó en su alma cómo llevaría al cabo, de una manera conveniente, lo que había prometido. Y considerándolo bien, le pareció que lo mejor sería lo siguiente: dió la vuelta á los caballos hacia donde estaba la veloz nave en la orilla del mar; tomó del carro los hermosos presentes—los vestidos y el oro—que había entregado Menelao, y los dejó en la popa del barco; y, exhortando á Telémaco, le dijo estas aladas palabras:

209 «Corre á embarcarte y manda que lo hagan asimismo tus compañeros, antes que llegue á mi casa y se lo refiera al anciano. Bien sabe mi entendimiento y presiente mi corazón que, dada su vehemencia de ánimo, no dejará que te vayas, antes vendrá él en persona á llamarte; y yo te aseguro que no se volverá de vacío, pues entonces fuera grande su cólera.»

215 Diciendo de esta manera, volvió los caballos de hermosas crines hacia la ciudad de los pilios, y muy pronto llegó á su casa. Mientras tanto, Telémaco daba órdenes á sus compañeros y les exhortaba diciendo:

218 «Poned en su sitio los aparejos de la negra nave, compañeros, y embarquémonos para emprender el viaje.»

220 Así les dijo; y ellos le escucharon y obedecieron; pues, entrando inmediatamente en la nave, tomaron asiento en los bancos.

222 Ocupábase Telémaco en tales cosas, hacía votos y sacrificaba en honor de Minerva junto á la popa de la nave, cuando se le presentó un extranjero que venía huyendo de Argos, donde matara á un hombre, y era adivino, del linaje de Melampo. Este último vivió anteriormente en Pilos, criadora de ovejas, y allí fué opulento entre sus habitantes y habitó una magnífica morada; pero trasladóse