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LA ODISEA

al Atrida Agamenón, pastor de hombres, si nos enviará más guerreros de junto á los barcos.»

499 »Tal dijo; y levantándose con presteza Toante, hijo de Andremón, arrojó el purpúreo manto y se fué corriendo hacia las naves. Me envolví en su vestido, me acosté alegremente y en seguida apareció la Aurora, de áureo trono.

503 »Ojalá fuese tan joven y mis fuerzas se hallaran tan robustas como entonces, pues alguno de los porquerizos de esta cuadra me daría su manto por amistad y por respeto á un valiente; mas ahora me desprecian porque cubren mi cuerpo miserables vestidos.»

507 Y tú le respondiste así, porquerizo Eumeo: «¡Oh viejo! El relato que acabas de hacer es irreprochable, y nada has dicho que sea inútil ó inconveniente: por esto no carecerás ni de vestido ni de cosa alguna que deba obtener el infeliz suplicante que nos sale al encuentro; mas, apenas amanezca tornarás á sacudir tus harapos, pues aquí no tenemos mantos y túnicas para mudarnos, sino que cada cual lleva puestos los suyos. Y cuando venga el caro hijo de Ulises, te dará un manto y una túnica para vestirte y te conducirá adonde tu corazón y tu ánimo deseen.»

518 Dichas estas palabras, se levantó, puso cerca del fuego una cama para el huésped y la llenó de pieles de ovejas y de cabras. Ulises se tendió en ella y Eumeo echóle un manto muy tupido y amplio que guardaba para mudarse siempre que alguna recia tempestad le sorprendía.

523 De tal modo se acostó Ulises y á su vera los jóvenes pastores; mas al porquerizo no le plugo tener allá su cama y dormir apartado de los puercos; sino que se armó y se dispuso á salir, y holgóse Ulises al ver con qué solicitud le cuidaba los bienes durante su ausencia. Eumeo empezó por colgar de sus robustos hombros la aguda espada; vistióse después un manto muy grueso, reparo contra el viento; tomó en seguida la piel de una cabra grande y bien nutrida; y, finalmente, asió un agudo dardo para defenderse de los canes y de los hombres. Y se fué á acostar en la concavidad de una elevada peña, donde los puercos de blanca dentadura dormían al abrigo del Bóreas.