Página:La Odisea (Luis Segalá y Estalella).pdf/194

Esta página ha sido corregida
194
LA ODISEA

porque estaban muy irritados; pero aquél los apartó, temiendo la cólera de Júpiter hospitalario, el cual se indigna en gran manera por las malas acciones. Allí me detuve siete años y junté muchas riquezas entre los egipcios, pues todos me daban alguna cosa. Mas, cuando llegó el octavo, presentóse un fenicio muy trapacero y falaz, que ya había causado á otros hombres multitud de males; y, persuadiéndome con su ingenio, llevóme á Fenicia donde se hallaban su casa y sus bienes. Estuve con él un año entero; y tan pronto como, transcurriendo el año, los meses y los días del mismo se acabaron y las estaciones volvieron á sucederse, urdió otros engaños y me llevó á la Libia en su nave, surcadora del ponto, con el aparente fin de que le ayudase á conducir sus mercancías; pero en realidad, para venderme allí por un precio cuantioso. Tuve que seguirle, aunque ya sospechaba algo, y me embarqué en su bajel. Corría éste por el mar al soplo de un próspero y fuerte Bóreas, á la altura de Creta; y en tanto meditaba Júpiter cómo á la perdición lo llevaría.

301 »Cuando hubimos dejado á Creta y ya no se divisaba tierra alguna, sino tan solamente el cielo y el mar, Júpiter colocó por cima de la cóncava embarcación una parda nube, debajo de la cual se obscureció el ponto, despidió un trueno y simultáneamente arrojó un rayo en nuestra nave: ésta se estremeció al ser herida por el rayo de Júpiter, llenándose del olor del azufre; y mis hombres cayeron en el agua. Llevábalos el oleaje alrededor del negro bajel y un dios les privó de la vuelta á la patria. Pero á mí, aunque afligido en el ánimo, el propio Júpiter echóme en las manos el mástil larguísimo de la nave de azulada proa, para que aun entonces escapase de la desgracia. Abrazado con él fuí juguete de los perniciosos vientos durante nueve días; y al décimo, en una noche obscura, ingente ola me arrojó á la tierra de los tesprotos. Allí el héroe Fidón, rey de los tesprotos, acogióme graciosamente; pues habiéndose presentado su hijo donde yo me encontraba, me llevó á la mansión del padre, cuando ya me rendían el frío y el cansancio, y me entregó un manto y una túnica para que me vistiera.

321 »Allí me hablaron de Ulises: participóme el rey que le estaba dando amistoso acogimiento y que ya el héroe iba á volver á su patria tierra; y me mostró todas las riquezas que Ulises había juntado en bronce, oro y labrado hierro, con las cuales pudieran mantenerse un hombre y sus descendientes hasta la décima generación: ¡tantos objetos preciosos tenía en el palacio de aquel monarca! Añadió que Ulises se hallaba en Dodona para saber por la alta encina la