Página:La Odisea (Luis Segalá y Estalella).pdf/188

Esta página ha sido corregida
188
LA ODISEA

de ser exigua; que así suelen hacerlas los siervos, siempre temerosos cuando mandan amos jóvenes. Pues las deidades atajaron sin duda la vuelta del mío, el cual, amándome sobre todo extremo, me hubiese proporcionado una posesión, una casa, un peculio y una mujer hermosa; todo lo cual da un amo benévolo á su siervo, cuando ha trabajado mucho para él y las deidades hacen prosperar su obra como hicieron prosperar ésta en que me ocupo. Grandemente me ayudara mi señor, si aquí envejeciese; pero murió ya: ¡así hubiera perecido completamente la estirpe de Helena, por la cual á tantos hombres les quebraron las rodillas! Que aquél fué á Troya, la de hermosos corceles, para honrar á Agamenón combatiendo contra los teucros.»

72 Diciendo así, en un instante se sujetó la túnica con el cinturón, se fué á las pocilgas donde estaban las piaras de los puercos, volvió con dos, y á entrambos los sacrificó, los chamuscó y, después de descuartizarlos, los espetó en los asadores. Cuando la carne estuvo asada, se la llevó á Ulises, caliente aún y en los mismos asadores, polvoreándola de blanca harina; echó en una copa de yedra vino dulce como la miel, sentóse enfrente de Ulises, é, invitándole, hablóle de esta suerte:

80 «Come, oh huésped, esta carne de puerco, que es la que está á la disposición de los esclavos; pues los pretendientes devoran los cerdos más gordos, sin pensar en la venganza de las deidades, ni sentir piedad alguna. Pero los bienaventurados númenes no se agradan de las obras perversas, sino que honran la justicia y las acciones sensatas de los varones. Y aun los varones malévolos y enemigos que invaden el país ajeno y, permitiéndoles Júpiter que recojan botín, vuelven á la patria con las naves repletas; aun éstos sienten que un fuerte temor de la venganza divina les oprime el corazón. Mas los pretendientes algo deben de saber de la deplorable muerte de aquél, por la voz de alguna deidad que han oído, cuando no quieren pedir de justo modo el casamiento, ni restituirse á sus casas; antes muy tranquilos consumen los bienes orgullosa é inmoderadamente. En ninguno de los días ni de las noches, que proceden de Júpiter, se contentan con sacrificar una víctima, ni dos tan sólo; y agotan el vino, bebiéndolo sin tasa alguna. Pues la hacienda de mi amo era cuantiosísima, tanto como la de ninguno de los héroes que viven en el negro continente ó en la propia Ítaca y ni juntando veinte hombres la suya pudieran igualarla. Te la voy á especificar. Doce vacadas hay en el continente; y otras tantas greyes de ovejas, otras