O tu divino dardo mueve al punto,
Ese tu rayo ardiente
Qué á tus plantas redujo por trofeo
Al cruel, temerario Capanéo,
Y á la raza titánica potente.
De aquel feroz guerrero y obstinado
Encadenar las fuerzas sólo es dado
A ese rayo inmortal, con que venciste
De Encélado las fuerzas y osadía,
Cuando en lucha tremenda confundiste
De los Gigantes la arrogancia impía.»
Marte cesó, y de pronto
Un trueno en la alta bóveda sonando
Con estampido horrible,
Crujió el Olimpo con fragor violento,
Y Júpiter movió su arma terrible,
Vibrándola del alto firmamento.
Al uno y otro campo
Puso el rayo pavor; mas los ratones
Las armas no suspenden:
Antes con nuevo ardor y más porfía
El vasto charco despoblar emprenden.
Pero el supremo Jove
Que desde el alto Olimpo considera
Inútiles los dardos que fulmina,
Viendo el estrecho y la total ruína
De las vencidas ranas, les acude
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LA BATRACOMIOMAQUIA.