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LA BATRACOMIOMAQUIA.

Revuelta extrañamente la laguna,
Y todas locas sin cesar gritando.
Así pasé la noche hasta la hora
En que el gallo cantó, bien desvelada:
El alma consumida de tristeza,
Y mi pobre cabeza
De dolores agudos traspasada.
Pero,¡oh supremos dioses!
Aun cuando sobrehumana
Aparición se oponga á la porfía
De aquellos ferocísimos guerreros,
Nunca en su furia insana
Cesarán de la bárbara contienda.
Antes miro posible que pugnando
De cerca las escuadras, desarmando,
Aguda lanza ó dardo nos ofenda.
No descendamos, pues, ni nuestra ayuda
Al uno ni otro campo dar pensemos
Con nuestra fuerte mano;
Y aquí, desde el Olimpo soberano
En verlos combatir nos deleitemos.»
Calló Minerva, y los excelsos dioses,
De su consejo y opinión vencidos,
Al tiempo en que las huestes avanzaban,
Á ver la lid desde la altura estaban,
Y en un mismo lugartodos reunidos.

 Hacen en este punto dos heraldos