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LA BATRACOMIOMAQUIA.

Como escapó la rana, y rechinando
Los dientes con chirrido formidable,
Y las crispadas manos agitando,
Batalla en aquel piélago insondable,
Y ciego entre sus ondas se revuelve:
Ora á flor de agua calcitrando sube;
Ora en fácil descenso al hondo vuelve.
No hay remedio á su mal: que ya empapada
Y empapándose más la piel, á hundirse
Tira el enorme peso, y al cuitado
Lleva hacia lo profundo; más pasada
Aquella angustia y confusión primera,
En posición supina sube y fuera
Sin arbitrio ni fuerzas sobrenada.
Y en su triste agonía,
Con débil y honda voz así decía:
«En vano tú pretendes
Ocultarte á los dioses,
Habiendo un negro crimen consumado.
Á un náufrago infelice de tus hombros,
Cual de insensible roca, has despeñado.
No esperabas vencerme en la ribera
Al salto, al pugilato y la carrera:
Por eso, fementido,
Al lago me has traido
Á que en sus aguas sin consuelo muera.
Mas ¡ay! que en tí del Jove omnipotente
El ojo vengador está clavado.