Y logra acomodarse,
Quedando, para más asegurarse,
Al tierno cuello de la rana asido.
¡Que alegre va Sijárpas
En el primer momento,
Gozando aquel tan grato
Nadar de Fisignato,
Sin zozobra, de todo miedo exento!
En gentil ademán así costea
La laguna, y las márgenes hermosas
Disfruta, y con las vistas deliciosas
De los vecinos puertos se recrea.
Mas ¡ay! que de repente
Resbalarse, mojarse, hundirse siente,
Y alterado, afligido,
Se le saltan las lágrimas del miedo,
De su error, aunque tarde, arrepentido.
Sus cabellos arranca;
Con sus pies á la rana el vientre oprime,
Y en aquél su naufragio desusado,
Tiémblale el corazón atribulado,
Y ansioso de volver á tierra, gime:
Gime y su cola extiende,
Misero imaginando
En tan dura ocasión y lance extremo,
Si su cola podrá servir de remo.
Inútil todo arbitrio contemplando,
Á los supremos dioses importuna,
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LA BATRACOMIOMAQUIA.