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Que la madre espirase á su presencia;
Que viese hermano ó hijo asesinados
Por el hierro enemigo, quedaria
Inaccesible cual funéreo mármol.
Tan gran secreto Helena poseyera,
Que Polidamia, del egipcio Tonis
La consorte sagaz, se lo enseñara.
En Egipto se encuentran sin medida
Venenos tieros, dúplices sustancias
Y saludables plantas; en su seno
Médicos hay, del docto Peon nacidos,[1]
Que sin rivales mira el universo.
Consumada la mezcla misteriosa
Y cuando el néctar en las copas brilla,
Helena saca á luz otras materias:
« ¡Oh hijo, dice, del famoso Atreo,
Y vosotros que sois escelsa prole
De mil héroes sabios! Las Deidades
Males y bienes á la par nos vierten.
Comamos y bebamos incuriosos,
Y el tedio ahuyenten dulces narraciones.
Una quiero aqui haceros que convierte
A la ocasion presente y que es de Ulises.
No es mi anhelo contaros una á una
Sus luchas infinitas y sus glorias.
Mi modesta intencion solo os presenta
Un noble rasgo de su larga historia.
Fué en los troyanos campos, esa liza
De los triunfos de Grecia y sus congojas.
Un dia, lleno el cuerpo de rasguños
Y por su propia mano maltratado;
Cubierto de retazos andrajosos,

  1. El divino Peon fue un médico célebre oriundo de Egipto que curaba los Dioses del Olimpo, y que en muchas partes recibia el culto de los altares. La antigüedad divinizaba todo lo que le parecia traspasar el órden natural. Asi es que la divinidad estaba mas cercana del hombre que en nuestros dias.