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Un tercero nos traiga aquí Laërces
A dorar de la víctima las astas.
Los demas estarán al lado mio.
Mis oficiales, mis esclavos todos
Las mesas pongan; agua y leña traigan;
En fin, que una gran fiesta esté ordenada.
Dice, y ansiosos todos se preparan
Su mandato á cumplir. Ya la becerra
Presente está; ya los secuaces llegan
Del jóven Itaqués. Tambien se avanza
Laërces con idóneos instrumentos
De la profesion suya: un fuerte ayunque,
Martillos y tenazas. Del Olimpo
Baja la Diosa á recibir sus honras,
Y los votos que el pueblo le dedica.
El anciano monarca el oro entrega,
Y Laërces, con mano esperta y firme,
Lo aplica de la víctima en las astas
Para que a la inmortal mas grata sea,
Y su sonrisa y su favor merezca.
Al ara Estracio y Echefron la arrastran.
En un vaso de flores adornado
La lustral agua Aerto les presenta
Y un cesto con las molas de la ofrenda.
El fuerte Trasimedes, en la mano
El hacha tiene al golpe ya dispuesta.
La copa en que la sangre ha de guardarse
Perseo aguanta y Nestor llega al ara.
Allí la mano estiende sobre el agua;
Toma del pan sagrado un gran fragmento,
A la víctima, en fin, dos clines saca
Y con grave ademan los echa al fuego.
Humildes votos, fervidas plegarias
Añaden todos á tan grande ofrenda.
Trasimedes, en fin, el golpe vibra
Y cercena del cuello los tendones.
La víctima sucumbe y á tal vista