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Ella al punto le dice: « ya no es hora
Que, cual niño encogido, aquí te veas.
Has arrostrado los tremendos mares
Para encontrar del padre las pisadas
Y saber su destino, á Nestor corre;
Sepamos lo que dicta su prudencia.
Suplícale que diga cuanto sabe
Por si mismo adquirido , y cuanto pueda
Por relacion agena haber sabido.
El sabio Nestor no querrá engañarte. »
— « ¡Oh mi Mentor! Telémaco responde,
¿Cómo osaré llegar á su presencia?
¿Por dónde empezar debo? yo inexperto,
Tan joven, á la sola idea tiemblo
De interrogar á un hombre cuyos años
Superan á los mios. » — «En ti mismo
Telémaco, ella dice, encontrar debes
De tus voces la guia. El alto cielo
Inspirarte querrá; pues que los Dioses
Tu cuna y tu enseñanza presidieron. »
Se adelanta la Diosa con premura
Y va el mancebo en pos. Al centro llegan
De los pilenos, do Nestor sentado
Con sus hijos está. En torno de ellos
Se miran del banquete los aprestos;
En calderos de cobre preparados
Los guisos vense sobre el ascua hirviendo.
Al ver los estrangeros todos corren
Y les circundan y les dan la mano,
En su fiesta ofreciéndoles asiento.
Pisistrato, que es uno de los hijos
De Nestor, generoso, va el primero,
Se adelanta á su encuentro y los coloca
Entre el padre, y su hermano Thrasimedo,
Sobre sedeñas pieles que de alfombra
Sirven á las arenas. Les presenta
Entrañas de las víctimas, y vierte