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¡Otro reine si Ulises ya no existe!
Yo al menos seré rey en mis hogares,
Mandar pudiendo en los esclavos todos
Que por herencia recibí del padre. »
Eurímaco, que es hijo de Polibo,
Esclama entonces: « Las Deidades solas
Saben cuál será en Ítaca el monarca.
Tú, Telémaco, siempre serás dueño
De tu fortuna y rey en tu familia,
Pues mientras en la patria hubiese leyes,
Nadie osará atentar a tus riquezas.
Mas ora preguntarte es mi deseo
¿Quién es ese estrangero? ¿quién su padre,
Su cuna, su pais, de dónde viene?
¿Pudo del padre ausente darte nuevas?
¿Acaso á reclamar vino una deuda?
¿Cómo despareció tan repentino
Sin darse á conocer? yo en su semblante
Señal de hombre vulgar no ví ninguna. »
— « Cierto, el hijo de Ulises le responde,
Eurímaco ¡no hay vuelta para el padre!
Vano rumor no creo, ni agoreros
Escucho, cual la madre que los llama
Y consultarlos en su afan se place.
De Taphos ha llegado ese estrangero;
Mentes se llama, es hijo de Anchilao
De belicosa fama, huésped caro
A mi familia siempre, y el caudillo
De los Taphienses, esforzados pueblos
Que de los mares en las artes brillan. »
A la música entonces vuelven todos
Y á la danza, esperando que la noche
Renuevo al fin su lúgubre carrera.
Mas ya en su carro de ébano aparece
Y tornan todos al descanso usado.
Telémaco tambien, á rica estancia
Para el formada, cuya vista abarca