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Tu esposo aquí verás antes que puedan
Armar el arco y despedir la flecha.»
«Si tú quisieras, le replica ella,
¡Oh prudente estrangero! al lado mio
Estar velando, nunca el blando sueño
Mis párpados cerrara; mas, no es dado
Que el hombre existir pueda sin descanso.
Cuanto en la tierra vive, el alto cielo
Lo tiene condenado á eterna vuelta
Entre vigilia y sueño. A mis estancias
Voy á subir yo ahora, para echarme
Sobre ese lecho que mi llanto baña,
Desde que Ulises mio partir quiso
A la ciudad tremenda cuyo nombre
Nunca se atreve á pronunciar el labio.
Pasa tú aquesta noche en el palacio;
Ya que asi lo deseas, por tus manos
Dispon el lecho tuyo, ó si consientes,
Deja que lo dispongan mis mugeres.»
Con su séquito pasa á su aposento
Donde á su Ulises llora , dulce objeto
De toda su ternura y sus recuerdos,
Hasta que, al fin, Minerva compasiva,
A su párpado envía un suave sueño.





CANTO VIGÉSIMO.





PREPARATIVOS.



En los pórticos vastos del palacio
Ulises se recoge y sobre el suelo
Tienda la piel de un toro ensangrentada;
Otras encima de ella va poniendo