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Esperé que vinieran todavía
Héroes que honraron los vetustos siglos:
A Periteo y Teseo tal vez viera...[1]
Mas súbito, una turba tumultuosa
Se va juntado de dolientes sombras
Que forman un horrendo clamoreo;
Tiemblo; me descoloro y ver ya pienso
A Proserpina altiva , que del fondo
Del abismo fatal, sobre mi arroja
La espantable cabeza de Gorgona...
Vuelvo a mi nave, á mis secuaces mando
Romper los cables y embarcarse luego.
Me obedecen, y asidos de sus remos,
Por un próspero viento protegidos
Vamos el vasto piélago partiendo.


CANTO DUODÉCIMO.

SILA Y CARIBDIS.


Pasado ya el océano, llegamos[2]
Al ancho mar y dimos fondo en Ea,
Donde la Aurora tiene su palacio

  1. Homero ha hecho bajar a Ulises al Eliseo para poder colocar en su boca la historia anterior a su tiempo, lo que sin duda se llamaria Historia antigua. Como se ve, y como debe suponerse, está recargada de portentos y de poesía; pero al cabo siempre da alguna nocion sobre los países y los hombres mas eminentes de aquellas épocas remotas. Es como una linterna mágica que se ve con curiosidad, pero con poco ínteres.
  2. Este canto es de una riqueza descriptiva é ímitativa difícil de superar. Solo en él la proteccion divina no menoscaba el mérito del hombre como en todo lo demas del autor, que siempre posterga á sus héroes haciéndolos esclavos de la inspiracion celeste. Ulises es aquí tan desgraciado, sufre tanto, que aunque su