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Contienda aqui conmigo el que se atreva;
Heriste mi amor propio y soy yo ahora
El que os reta : á la lucha, á la carrera,
A todo , en fin, y á todos desafío,
Sin escluir mas que á Laodamio solo.
Laodamio es el hijo de mi huésped,
¿Y quién será que querellarse quiera
Con el que en sus hogares le dió asilo?
Insensato es aquel que en tierra estraña
Reta al que bondadoso le ha acogido.
Su loca vanidad los usos hiere
Y maltrata sus propios intereses.
A ningun otro mi valor rehusa;
A todos mostrar quiero lo que puedo.
En cualquier juego es mi destreza suma:
Sé manejar el arco ; sé con tino
Señalar en un grupo de enemigos
Al que deso herir. Cuando allá, en Troya
El brazo ejercitábamos, las flechas
Con vigor despidiendo, par no tuve
Ni otro superior mas que Filoctetes ;
Hoy ya entre los mortales no le tengo.
Ni á Hércules ni á Eurito me comparo,
Que estos retaran á los mismos Dioses.
Por esto fué que Eurito murió pronto;
No pudo envejecer en su palacio,
Que al atreverse á él, le mató Apolo.
Al dardo á nadie temo. A la carrera
Pueda tal vez un vencedor tocarme,
Que mucho las borraseas me han cansado
Y es en las naves el sustento escaso.
Mis músculos son ya tristes y flacos. »
Dice y todos le miran silenciosos,
Alcinó solo responderle intenta :
« Esa noble altivez no nos ofende :
Que resentido de la dura ofensa
A tu merito hecha, hayas querido