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XI

se hizo? ¿las prácticas de sus personages? Por las estrañezas de que todo esto abunda, por la incoherencia que en ello se encuentra tan a menudo, me inclino mas á que fuesen tradiciones antiguas que invencion, porque esta hubiera, en mi concepto, presentado mas regularidad, así como la ficcion es siempre mas sistematizada que la verdad, aunque sea quizás poco digna esta comparacion. En la Odisea particularmente, hay unos sucesos tan estraños y tan poco coherentes entre si, que, si son invenciones, parecen mas los cuentos de brujas de muchas tierras diferentes, que las ilaciones del trabajo de una sola imaginacion. Lo que indudablemente Homero ha inventado es lo maravilloso de sus poemas, la intervencion de los dioses, cosa que ha llevado a tal punto que pudiera pasar, si nó por el fundador, á lo menos por el legislador de la mitología; pero este parto brillante de su imaginacion florida ha sido en menoscabo del interes que deberian inspirar sus personages, que obrando siempre bajo una direccion divina, pierden todo su mérito personal; lo que no puede compensarse con lo que las acciones de los dioses puedan interesar, porque el que todo lo puede no sorprende, por grande que sea su accion.

Sin embargo, no quiero yo establecerme otro detractor de Homero, como Zoilo, ni hallarle quizás mas defectos de los que tiene. Ademas, ya Poppe, madama Dacier, La-Motte, Perrault, Dugas-Montbel, Fontenelle, y tantos y tantos, han hablado de este poeta singular, unos no queriéndole hallar defecto alguno y otros criticándole con acritud, que á mí no me cuadraria entrar en la liza para raciocinar sobre un asunto tal. La fama coloca su Ilíada como la primera de las poquísimas epopeyas existentes, mientras hay quien dice que este poema no es una accion sino una pasion, aludiendo a que la sola cólera de Aquiles forma su objeto primordial. Para mi es una cosa grande, muy grande y, sea bajo el aspecto que se quiera, digna de su reputacion colosal. No diré otro tanto de la Odisea, porque la sola diferencia de la materia basta para colocarla en una clase inferior; pero diré, si, tambien, que estas obras, ambas, al exaltar y á veces arrebatar el ánimo, no enternecen el corazon, y que Aristóteles no pudo encontrar en ellas los preceptos que recomienda