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La divinal industria de Vulcano
En las puertas estan, para que sean
Custodias inmortales de palacio.
Arrimados al muro y hasta el fondo
De una inmensa y hermosa galería
Estan ricos siliones, revestidos
De ropas esquisitas que tejieron
Industriosas esclavas. En tal sitio
Cada dia los gefes de los Facios
Apuran de la mesa los halagos
Estatuas de oro en ricos padestales
Sostienen con la mano unas antorchas
Que entre las sombras de la noche oscura
Los convidados y el palacio alumbran.
Cincuenta esclavas en labores varias
Ocupadas estan: Unas el grano
Que la próvida Ceres diera al hombre
En la piedra trituran; otras tejen
El lienzo y otras süaves lanas hilan.
En sus veloces manos tiembla y rueda
La rueca cual del álamo las hojas.
De sus hilos y tramas goteando
Va el aceite que luce entre sus dedos
Como fresco rocío. Si los Facios
Son los mortales en la mar mas sabios,
Sus mugeres de Palas recibieron
El don precioso de mover la rueca,

    obra de Vulcano. El autor de las notas de la traduccion de Voss, dice que eran tan perfectos que parecian tener vida. Siempre al ver el estado de las artes en aquellos tiempos, nuestra tétrica imaginacion se pregunta, ¿pues por qué están tan ufanos los hombres con sus adelantos, si hace tres mil años que ya existian tales primores? Si se lee Homero con cuidado, se verá que esta triste reflexion se puede aplicar á los tejldos, á los metales, á la arquitectura, á la medicina, á la astronomía y á muchos otros conocimientos que hoy dia forman muchos pedantes y muchos orgullosos, que no lo serian tanto si se acordasen de que ya Homero sabia tanto y mas que ellos.