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Por los prados que estan en la ribera.
Náusica, con sus cándidas doncellas,
Va sacando del carro los vestidos,
Los mantos y tejidos que trajeron,
Y todas, afanadas, los aprietan,
Los mojan, los estrujan y refriegan.
En fin, ya limpios y purificados
Los tienden en el campo con cuidado
Sobre pedriscos que las aguas dieran,
Y mientra el sol las humedades sorbe
Se bañan ellas; en los süaves miembros
Vierten dulocs aromas y en seguida
En las orillas á comer se sientan.
Dejan despues sus cintos y sus velos
Y se divierten un balon tirando
Que vuela, cae, y sobre el césped salta;
Náusica con su acento el juego anima;
Tal se muestra ea las cimas elevadas
Del Taygete y del rápido Erimanto
Diana siguiendo el jabalí ó el ciervo;
Las ninfas de los montes van con ella;
Al verlas goza de Latona el pecho,
Cuya frente divina sobresale
Ofuscando á las tiernas compañeras;
Todas hermosas son; mas su hermosura
Ante aquella se pierde y desparece
Tal Náusica brillaba entre sus siervas.
Mas ya dieron las horas del regreso,
Minerva, á sus proyectos siempre atenta,
A mover se prepara otros resortes
Invisibles y ciertos: de su sueño
A Ulises sacará y hará que vea[1]

  1. Aunque tal vez esta observacion sea tardia, porque solo ahora se me ocurre, y porque diflriéndola lo seria mas, recordaré que Ulises en griego es Odusseus, lo que ha ocasionado que el poema se llame Odisea, por etimologia, y nó Ulisea, como deberia llamarse en español, sin una razon tan poderosa.