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Por tus suaves discursos seducido
No sentiria de la ausencia el peso
Ni patria ó deudos nunca echara menos.
Mas en Pilos aguardan mis secuaces.
Los dones que me ofreces, á mi mente
Siempre serán un plácido recuerdo;
Mas, tus corceles yo llevar no puedo.
Guárdalos para ornato de tu imperio.
Tú en unos prados reinas deliciosos
Donde crecen el loto y las avenas;
Los henos, las cebadas y los trigos
Te da con profusion Naturaleza.
Mas en Itaca mia el duro suelo
Del corcel no consiente la existencia.
Sin prados ni llanuras, solo cría
El montaraz cabrío, y sin embargo
El alma la prefiere á otras comarcas;
Nuestras islas tan solo al ojo ofrecen
Arida arcilla, inaccesibles rocas
Y la mas dura es Itaca entre todas.»
Con sonrisa agradable y dulce tono
El rubio Menelao « en tus palabras,
Dice, conozco tu preciosa sangre,
Los dones trocaré que te destino;
Un cráter te daré que de Vulcano
Es obra sin igual; es todo plata
Cubierto el borde con un cerco de oro;
Fidemio, un héroe, rey de los Sidonios
A mi vuelta de Egipto, al hospedarme
En su propio palacio me lo diera;
Quiero que le recibas de mi mano.»
Mientras que aquestas pláticas se apuran
Los convidados todos van llegando;
Vinos dulces presentan, y corderos;
Sus consortes, las frentes adornadas
Con largas tiras de preciosas cintas,
Traën canastos de pan tierno llenos;