Página:La Isla del Tesoro - Caballero 1901.djvu/37

Esta página ha sido corregida
28
LA ISLA DEL TESORO

amarilla, y la condenada tierra bailando como si fuese un mar con sus terremotos—¿qué sabe el Doctor de tierras como esa?—pues en ellas he vivido sólo con el rom,—puedes creerlo bien. Él ha sido para mí, bebida y alimento, cuerpo y sombra, sí señor, y si ahora no me han de dar mi rom, ya no seré más que un pobre casco viejo abandonado en una playa de sotavento... mi sangre caerá sobre tí, Jim, y sobre aquel lampazo del Doctor.

Y luego continuó con lo mismo, por algún tiempo acompañándolo con maldiciones; hasta que después, cambiando de táctica, prosiguió en tono plañidero:

—Mira, Jim, cómo se agitan mis dedos; no puedo ya ni sosegarlos, ni sosegarme... es que en todo este bendito día no he probado ni una gota aún, ¡ni una sola gota! Ese Doctor está loco, puedes creérmelo. Si no se me da ahora mismo un poco de rom, siento que me dará la rabia... ya creo sentir en este momento algunos de sus horrores, algunas de sus visiones... allí estoy viendo al viejo Flint, en ese rincón... allí... detrás de tí, tan claro como su imagen viva... ¡oh! si me cojen estas visiones, soy hombre que ha vivido una vida bastante ruda y resucitaré á Caín! Tu mismo Doctor dijo que un vaso no me haría ningún daño. Te daré una guinea de oro por uno sólo, Jim.

Yo ví que el Capitán se ponía más y más excitado y esto me alarmó por mi padre que estaba más grave aquel día y necesitaba mucha quietud; además, tranquilizado por las palabras mismas del Doctor que se me recordaban, aunque un poco ofendido por aquel ofrecimiento de soborno le dije:

—Yo no necesito su dinero sino el que le debe Vd. á