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o un mordente circular en el ipomisolidio ó el ipojonio.

Llegada que fue la bora designada para darse comienzo al acto, cayo lentamente el telon, desapareciendo en los fosos del escenario: los senadores, colocados en las butacas. dieron punto a sus conversaciones; los magistrados hicieron lo mismo; notóse un movimiento dc atencion en los uitorce bancos de los caballeros, y alla, en las alturas del ¡il/ruisn, la gente verdiuleramente aficionada interrumpió en seguida su merienda de higos y nueces para fijarse tan sólo en la solemnidad que iba a dar principio en aquel instante.

No habian transcurrido muchos, cuando precedido por los tribunos militares y amigos de la mayor confianza, Neron se presentó en el escenario. tomando inmediatamente la citara que le fue entregada con gran ceremonia por los prefectos del pretorio. Acto continuo, el consular Cluvio Rufo adelantose al publico y anuncio en alta voz que el opositor Neron iba a ejecutar, conforme a las reglas del concurso, el canto de Niobe.

Ejecutolo, efectivamente, el Cesar en medio de un silencio sepulcral, y notóse que el cuidado con que miraba los menores detalles de la composicion indicaban pala-dimente que Neron queria hacerse digno de todos los entusiastas anuncios, de los reclamos verbales con que sus amigos y admiradores le habian preparado el terreno.

Terminada la Niobe, el opositor se retiro y comenzo a bullir alrededor de los individuos del jurado. Alli, la mirada alerta. atento :i cuanto hacian los demas concurrentes. dedicose a una inocente recreacion.

Pasando de uno a otro miembro de la mesa, haciales observar los defectos que tenia el estilo de un opositor, el fraseo un tanto amanerado de otro, las dudosas entonaciones de este, el dificultoso respirar de aquel.

Al escuchar una vocalízaeion susceptible de mayor claridad, Neron se sonreia maliciosamente y deslizaba unas cuantas palabras al oido de un jurado. Otras veces un gesto de disgusto del Emperador indicaba que la voz de algun opositor bajaba un cuarto de tono, y no era raro ver al Cesar discutir humildisimamente con un miembro del tribunal, el cual miembro tenia a bien hacer objeciones a los juicios un tanto absolutos de Neron.

Pero tantas desazones habian de obtener por fin el galardon merecido. Verificose el escrutinio y resulto adjudicado el premio al opositor Claudio Tiberio Neron. que satisfecho y gozoso se retiro a palacio, aclamado por los vitores de la muchedumbre, mientras esta quedaba perfectamente convencida de que, en efecto, era caelestem vocem la voz del Emperador.

V.

¿Creeran nuestros lectores que, colnnulas ya sus ambiciones artisticas, se entrego Neron al descanso? Ni por pienso: antes bien puede decirse que los concursos Neronianos despertaron enel mayor al'an, celo mas grande para el cultivo del arte lírico-dramático.

Aun no habian trascurrido ocho dias desde (¡nc cl ¡y/ny/¡o cantante habia sido laureado, cuando ya le dc- voraba la impaciencia por \'ol\'cl‘ a lncir sus magnificas taenltades vocales.

Si en aquellos remotos tiempos lmbiese aparecido un Guttenberg capaz de derribar a impulsos de la prensa el papyrus y el punzon, a buen seguro que algun orga- no oficioso de la corte romana habria lanzado a. los vientos de la publicidad la siguiente noticia:

« Ayer se verificó a la hora cuarta de la tarde. en casa del senador (‘landius Pomponins. una espléndida funcion lírico-dramatica (N/am-h/ru/us ¡»r/rulos).

nl‘ln ella tomaron parte los mas1‘«,'iioiiilv:1ilos artistas de Roma, entre los cuales contabase, con gene 'al ein- beleso, nuestro augusto Emperador, que ejecuto diver- sas piezas de canto. bajo la direccion del celebre 'l'erp- nus. con aquella maestria, elegancia, desenvoltnra y ta- lento (¡ne tan universal renombre lelhan conquistado.

»l,os dioses lares erujieron de contento y admiracion al escuchar los magicos acentos del gran Neron.»

Si por Ventura hubierase llegado a publicar en Roma la anterior noticia, al dia siguiente el pueblo romano habria leido seguramente esta otra:

« Fue tal el exito alcanzado por el Empe'ador en la solemnidad artistica verificada en los salones dc l’om- ponins. (¡ne otro distinguido senador, particular y «¡ne- rido amigo nuestro, ba ofrecido a Neron la cantidad de IIII milla/I de sextercios (treinta y tantos mil duros) por

hacerse oir, no mas que una tarde, en el teatro particu- lar dc dicho senador. n

Suetonio, el severo, el inflexible bidgralifilc los doce ('esares, nos ha suministriulo datos teliaeientes pa 'a re- dactar las dos precedentes noticias, cuya res]ionsabilidad dejamos al celebre escritor romano, testigo de mayor eXcepcion en estas materias.

Pero el reducido auditorio «¡ue sc reunía en los salones ¡nn‘ticnlares de toma no podia contentar la sed de popularidad que devoraba a Neron. I'll artista necesitaba amplios espacios, publicos numerosos, entusiasmo. pompa. todo cuanto puede halagar a nn gran cantante convencido de su imnenso valer.

Varias ciudades de Grecia. en las (¡lle periodicamente se celebraban concursos musicales. tenian por costumbre remitir a Neron como señal de adhesion _\' respeto. cuantas coronas se adjudicaban a los opositores premiados.

Sucedió que una de estas ciudades envio a Roma su ("irl'espolldlellte diputacion para entregar al Cesar, segun costmnbre, las coronas (¡ue en cl concurso se habian adjudiezulo. Xei‘on recibio a losdipntados con amabilidad exquisita z dioles hospedaje en palacio y los convido a cenar aquella misma noche. I

A los postres, alguno de los diputados hubode snpli- car al anlitrion (¡lic hiciera la merced de ejecutar la pieza mnsíeal «¡ue mas de sn agrado t'nese. Xeron se lll- zo. como es de suponerse, poco de rogar, y canto. en el'ecto, el ¡mi! de IÍril‘r'H/esI/i/¡‘Íosn ("WITH/rm ¡us-mmm) con tal maestria, que la diputacion entera prorumpio en

extrma‘dinarias habilidades del ejecutante.

u ; Uh griegos. griegos!—exelamo trasportado Ne- ron.-—.\'o hay sino los griegos para saber oir musica. Los griegos son los unicos dignos de apreciar mi talen- to. ;-\ Grecia, a Grecia. sin tardanza Í o

l’oeos dias despues Xeron desemluu'ealm en ('asíope y entonaba un himno de alabanzas ante el altar de Ju- piter ('asío. llit'igínse despues a las ciudades mas dile- tantes de. (lrecia, presentalmse en todos los (-<,-i't:iiileiies, recorría teatros y anfiteatros. cantando en todas partes, en todas partes aplaudido eon entusiasmo, lleno de co- ronas, victoreado por todo el mundo, alcanzando, en tin, inmensas ovaeiones doquiera hacia sentir los en- cantos de su organo celestial.

u ltoma exige tu presencia. escribiale uno de sus li- bertos, llelio : apresura tu vuelta z eres necesario aqui. u

o No es posible——eontestaba Neron—qnc desees nn vuelta a Roma. Valierate mas aconsciarnn- y desear ¡ple no vuelva aim. si (llliel‘cs «¡ne Neron vuelva digno de sí mismo. n ( Tina/IN. slim/ere el lI/IÍl/I'l’ ¡m/¡us ¡le/ws II! Nero/{e ¡[III/INM ¡'e/‘erl/Ir. ) '

Y Volvió, con el'eeto. digno de si mismo, cargado imiterialmente de premios, honores y ovaciones. He di- rígio ju'imeraim-nte a Napoles, luego :i .\ntium, y ulti- mamentc a Roma. l‘ln las dos primeras ciudades hizo su entrada en Im carro lujosisimo arrastrado por caballos blancos, y penetro en las calles atravesando una gran brecha abierta en la muralla, honor que solo aleaiiZaban los vencedores en los juegos sagrados.

La entrada en lloma l'ue magnitiea sobre. toda pon- deraeion.

Ante el l‘hllpel'tltlfll’ marchaba una nnmcrosisima cs- eo_lta montada en caballos cnjaezados con el mayor lujo y compuesta de correos y caballeros africanos suntuosa- mente ataviados y ostentando ricos brazaletes.

.lletras de la escolta veiase un conside'able mimero de carruajes caprielunsamcnte adornados, en los cuales iban colocadas con el mayor esmero hasta mil y ocho- cientas coronas ganadas por cl gran artista en las luchas sn L'íH'I't'SlHHltilUlltC inscripcion, en la que se hacia constar el lngarde la vie- toria, cl nombre de los vencidos y lostitnlos de las pie- zas que Neron habia ejecutado.

de (ireeia. ('ada corona ostentaba

listos trofeos de gloria precedian al Emperador. lto- deado de una nmehedumla‘e inmensa que cnsordeeia I los aires con clamores entusiastas, ‘asi desvanecido por los eanios de aromatieas hierbas que sus servido- res qnemaban a su paso, envuelto materialmente por una nube de. aves. cintas _v dulces (¡nc el publico arro- ja‘oa desde los balcones, divisabasc si Neron ergnido y orgulloso en cl magnifico carro triunfal de Augusto,

l'n ancho manto de púrpura y una riquisima clami- de cubierta de estrellas de oro eomponian la Ioí/c/lI' del Emperador, cuyas sienes ccñia la corona olímpi ta, mien- t'renetieos aplausos v se desliiZo en elogios acerca de las ‘ tras la diestra mano sostenía con fcbriles contracciones la eorona pític: .

Detras de este carro marehaban en el mayor orden y como remate del imperial cortejo, gran número de bu- t'alos con herraduras de plata y un verdadero ejercito de guerreros romanos. .

Al llegar la comitiva al circo derribo el pueblo uno de los grandes arcos del monumento. y Neron pene- tro por el Velabrnm y cl Forum pa ‘a detenerse, en fin, en el templo de Apolo l’alatino. Desde alli se dirigió :i palacio y dio orden de (¡ue todas las coronas «¡ue en (lreeia habia ganado sc colocasen cu los salones, enci- made las camas. Mando asimismo construir estatuas que lo representasen en traje de tañedor de citara, afin de (¡lle liieiesen compañia a las coronas, y no contento con eso. y para perpetuar aquel gran acontecimiento. hi7,o aeuñar una medalla wmmemorativa en la que veíase el busto del Cesar vestido de citarista y en actitud (le cantar algun un}! sublime.

'l‘erminada esta ceremonia, en la que, como se ba vis- to. el Emperador de los Romanos se ocupaba mas del arte (¡lle de la buena administracion y gobierno de sus dilatados dominios. fuerza nos es abandonar al cantante enloqueeido, al disipado artista, para ocuparnos del monstruo de maldad, del tigre humano ¡plc aun en el ejercicio de su artistica profesion cometió delitos in- creíbles, espantosos crimenes «¡ue proxinnunente. para terminar este boceto, habremos de relatar.

Asroxro PEÑA Y (:oS'L (Se concluirá.) '

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EL BARON DE HUGHES.

Nuestros lectores sabran por los periodicos de esta capital que por fin la .-\dministrac.ion española ha deci- dido adoptar para el servicio telegralieo de las grandes lineas el aparato impresor inventado por el Sr. Hughes.

Xi la índole de nuestra publicacion, ni el espacio de que podemos disponer. nos permiten dar la descripcion del sistema a que nos referimos. (‘on sentimiento. pues. omitiremos entrar en sus detalles, y solo diremos que el principio en (¡ne se t'nnda es el del ist >crn mismo en el movimiento de dos ruedas de tipos, obtenido por medio de una lamina vibrante «¡ue sirve de regulador.

Supongan nuestros leemres que una de dichas ruedas esta colocada en la estacion de Madrid y la otra en la de l’aris, que las dos giran Imitia'mementc . y que al prin- eipiar el movimiento la letra .l , por ejemplo, se halla colocada precisamente en :nnbas enfrente de un marti- llo, (¡lle al paso de una corriente electric: por losearre- tes de un iman artitieial pueda golpear una cinta de papel interpuesta entre este y la rueda de tipos. Si en este instante el empleado ¡plc trasmite en Madrid apo- ya con el dedo una tecla que establece los contactos con la pila, la corriente pasara a la linea, zi los carretes del iman y a la tierra ; la paleta de este sera puesta en ino- vimiento y lo comuna-ara a su vez al martillo, que comprimiendo la cinta de papel cont ‘a la letra ¡l , etic- tuara sn impresion en dieha cinta, si como es de supo- ner el tipo esta convenientennmtc recubierto de tinta.

La misma letra quedara impresa en la estacion de l’aris, puesto que la velocidad de la corriente electrica puede considerarse intinita para una distancia relativa- mente muy pupieña , y que. segun hemos dicho, enel mismo instante la misma letra A se hallarzi Colo 'ada PH ambos aparatos precisamente enfrente del martillo iin- _ presor.

Si en vez de la letra .l suponemos (¡ne es la let 'a ÍI la (¡ue sc halla colocada cn dicha posicion, saldra esta impresa. y asi smeesivannente. en rcsmnen , el fundamento del sistema que tan ingeni<isamente lia realizado el Sr. Hughes.

Has ventajas principales son la rapidez y la seguridad en la trasmision , la impresion en caracteres comunes. y la gran distancia a (¡ue puede trasmitirse directamente.

lil genio de su iin'entor, una constancia a toda prur- ba, veinte años de estudios y de ensayos para perfeccio- narlo. nn capital de :lelJNH) t'raneos invertido en rea- lizar los primeros aparatos imperleetos, pero útiles ya, cl haber sabido Sobrellevar, sin desmayar ni un ins-

l‘lste es,

tante, todas las amargnras y contratiempos que rodI'HIl

constanteim-nte :i todo hombre dc talento (¡ue quiere elevarse sobre el nivel de los demas. han coronado del mas l'eliz exito la obra, que ha valido a su autor glorim honores v fortuna. '

l'll Sr. l). Eduardo David Hughes, cuyo M “dl” l’ll'