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Pues cuidan del gran Cielo y del Olympo,
Para abrir y cerrar la densa niebla.
Por medio de estas puertas dirigian
Sus Caballos, al látigo sumisos:
Mas quando el Padre Jove las divisa
Desde el Ida, se irrita gravemente;
Y á Iris, mensagera de los Dioses,
Que tiene alas de oro, asi la excita:
„Sal luego, Iris velóz, haz á esas Diosas
„Que se vuelvan atrás, y no les dexes
„Venir á mi presencia; porque nunca
„Podremos combatir cómodamente,
„Y lo que ahora diré será cumplido.
„Yo haré que queden cojos sus Caballos,
„Debaxo de su carro, y á ellas mismas
„Arrojaré del carro refulgente
„Haciendolo pedazos, y en diez años
„No se podrán curar de las heridas
„Que les hará mi rayo formidable,
„Para que sepa Palas que combate
„Contra su mismo padre, pues con Juno
„No es tan grande mi furia, ni mi enójo,
„Porque siempre imprudente ha acostumbrado
„A interrumpirme quanto yo he pensado.”
Dixo; y la Diosa Iris mensagera