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A quien con una flecha el divo Páris,
De Elena Argiva esposo, hizo una herida
En el vertice sumo, donde nacen
De los Caballos las primeras crines
En lo alto del craneo, que es la parte
Donde son mas mortales las heridas:
De dolor el Caballo muy opreso
Se enarmonaba fiero, pues el dardo
Le penetró el cerebro: cayó en tierra,
Y dando vueltas cerca de las ruedas
A los otros Caballos espantaba.
Mientras cortaba con su espada el viejo
Del Caballo caído las correas,
Los veloces Caballos del gran Héctor
Contra Nestor venian, conduciendo a
A tan audáz guerrero. El viejo entonces
La vida habria perdido, si al instante
No lo hubiese advertido el gran Diomédes,
Quien al punto clamando horriblemente
Para excitar á Ulises, asi dice:
„¡Oh generoso hijo de Laërtes!
„¡Oh prudentísimo Ulises! ¿dónde huyes
„Vuelta la espalda como un vil cobarde?
„Guardate que al huír te hiera alguno a
„Con su lanza en la espalda: haz aqui frente