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Las doncellas de Elena, y la Princesa
Subió á la estancia hermosa de Alexandro.
La risueña y brillante Diosa Venus
Tomó luego una silla para Elena,
Que colocó á la frente de la cama
De Páris el divino. Elena al punto
En ella se sentó ; pero volviendo
Con desprécio los ojos á otro lado,
Le dió estas reprehensiones tan amargas:
„¿Asi estás ya de vuelta del combate?
„¡Ojalá que domado por la mano
„Del Héroe que antes tuve por esposo,
„Hubieras perecido en esta lucha!
„Ya que antes te jactabas de que eras
„Mejor que Menelao belicoso
„Por tu fuerza, tus brazos y tu lanza,
„Atrevete otra vez á provocarlo,
„Y á combatir con él en desafío.
„Pero yo te aconséjo que reposes,
„Y no entres temerario en un combate
„Tan desigual con él, si no deseas
„Que de tí tome ayrado la venganza,
„Dexandote postrado con su lanza.”
Páris rompe la voz, y asi le dice:
„No me ultrages asi, mi amada esposa,