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Pero Venus le libra facilmente
De su fiera venganza, como Diosa.
Con una nube densa lo circuye,
Y lo lleva á su tálamo fragante
De olores exquisitos perfumado;
Y despues va á llamar la Diosa misma
A la divina Elena, á quien encuentra
Encima de la torre, rodeada
De diversas Troyanas. Con la mano
Le tira de su velo suntuoso,
Y al hablarle la Diosa, se transforma
En una muger vieja muy experta
En labores de lana, quien le hacía
Quando estaba en la gran Lacedemonia
Telas muy exquisitas, y por tanto
Mas que á ninguna otra la estimaba.
Con este aspecto, pues, la Diosa Venus
Se acerca á ella, y le dice de esta suerte:
„Divina Elena ven, te ruega Páris
„Que á su palacio vayas, pues te espera
„En su tálamo hermoso, despidiendo
„Del vestido y semblante resplandores.
„Al verle no dirás que viene ahora
„De pugnar con un Héroe valeroso,
„Antes bien juzgarás que es algun hombre