DE LOS CADÁVERES
1 Dichas estas palabras, el esclarecido Héctor y su hermano Alejandro traspusieron las puertas, con el ánimo impaciente por combatir y pelear. Como cuando un dios envía próspero viento á navegantes que lo anhelan porque están cansados de romper las olas, batiendo los pulidos remos, y tienen lasos los miembros á causa de la fatiga; así, tan deseados, aparecieron aquéllos á los teucros.
8 Paris mató á Menestio, que vivía en Arna y era hijo del rey Areitoo, famoso por su clava, y de Filomedusa, la de los grandes ojos; y Héctor con la puntiaguda lanza tiró á Eyoneo un bote en la cerviz, debajo del casco de bronce, y dejóle sin vigor los miembros. Glauco, hijo de Hipóloco y príncipe de los licios, arrojó en la reñida pelea un dardo á Ifínoo Dexíada cuando subía al carro de corredoras yeguas, y le acertó en la espalda: Ifínoo cayó al suelo y sus miembros se relajaron.
17 Cuando Minerva, la diosa de los brillantes ojos, vió que aque-