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LA ILÍADA.




Libro décimotercio.


 Cuando Jove á las naves de los Griegos
A Héctor y sus legiones acercado
Hubo ya, allí dejó que toleraran
Las bélicas fatigas y el contino
Estrago dela guerra. Y á otra parte
Sus ojos apartando refulgentes,
A la tierra miraba de los Tracios,
Diestros cabalgadores; y los Misios,
Eu batalla campal fuertes guerreros;
Y los tan afamados Hipomolgos,
Que con leche de yegua solo viven;
Y los Abios, en rústica pobreza
Los mas justos de todos los mortales.
Y allí fijos los ojos, sus miradas
A Troya no volvia , confiado
En que deidad ninguna del Olimpo
Al campo de batalla bajaría
A socorrer á Griegos ni á Troyanos.
 Pero Neptuno de la mar undosa
No en vano ya saliera, y en los bosques
De Samotracia umbríos asentado

 TOMO II.
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