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L AF A N F A R L O
lectura no es provechosa sino para aquellos espíritus poseídos por un inmoderado gusta por la verdad.
Desde lo alto de su soledad, atestada de papeles, pavimentada de libros y poblada de sueños, Samuel a menudo veía pasearse, en una calleja de Luxemburgo, una silueta y una figura que él había amado en provincias –a la edad en que se ama al amor–. Sus rasgos, aunque maduros y ensanchados por los