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Y en torno la cercára un bosque ameno,
Que su imágen retrata en los cristales;
Y una apacible gruta está en el medio
De las hermosas Ninfas habitada,
Con dulces aguas y campestre asiento;
Ni el áncora la nave aprisionára
Sosteniendo su peso el corvo fierro.
Siete naves guiara el pio Eneas
Y los Troyanos con ardiente anhelo,
Saltan gozosos procurando todos
Reposo dar á fatigados miembros.
Del duro pedernal la chispa sale
Que prendió Achates en arbustos secos;
Sacan luego de Céres corrompido,
Y aun cansados, del pan los instrumentos:
Y lo tuestan y muelen en las piedras,
Cuanto servir pudiera á su aliento.
En tanto Eneas á un escollo sube,
Por si á Antheo divisa ó los remeros
Del valiente Caico, ó bien las armas
De Capys en las naves reluciendo.
Nave ninguna viera, mas descubre
A tres robustos y gallardos ciervos,
Que un escuadren guiara al bosque umbroso;
Párase y pide con el arco fiero
Las flechas que conduce amigo Achates.
Tendidos deja en tierra los primeros
Gefes, cargados con ramosas astas;
Mas luego, activo, persiguiera el resto,
Y en el bosque murieron otros tantos
Cuantos los buques de su escuadra fueron.
Torna despues al puerto y los reparte,