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De Juno pudo rechazar severo
A Héreo tan piadoso? ¿ tanto enojo
Pudo anidarse en un celeste pecho?
Mirando á Italia, al Tiber no domado,
Hijo de Tirios un antiguo pueblo,
Alza la frente la Cartago altiva
Opulenta é indomable en todos tiempos;
Al mundo todo la prefiere Juno,
Ni á Sámos tributára tanto obsequio;
Su carro y armas allí están y piensa,
Que la reina será del Universo.
Pero sabe que un dia los Troyanos
Destruirán los muros de los Penos,
Y que aquel pueblo rey rendirá altivo
(La parca así lo quiere ) el Tiro imperio.
Aun recuerda los hórridos combates
Que delante de Troya diera el Griego;
Y su resentimiento en nueva llama
Arde profundamente dentro el pecho,
Y el juez que la insultára su belleza,
Y el jóven Ganimedes en el cielo.
Su odio á los Phrygios perseguia implacable
Del cruel Aquiles los indignos restos
Errantes en las ondas inhumanas;
¡Tanto importaba ¡ó Roma! alzar tu imperio!
Los Troyanos dejaban la Sicilia,
Sus bajeles cortando el Ponto fiero;
Cuando Juno abrasada en viva llama,
« Seré, dice vencida yo en mi intento?
« Ni á los Troyanos alejar de Italia?
« Lo impide el hado? pero el crudo ceño
« Y la encendida cólera rabiosa