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LIBRO SEGUNDO

florecia, la desdichada Andromaca acostumbraba de continuo ir sola llevando el niño Astianax á sus abuelos.

Por alli voy á la cima del alto edificio desde donde los miseros Troyanos arrojaban dardos con sus impotentes brazos. 'Una torre habia pendiente y levantada hasta el cielo, sobre las altas bóvedas de donde se descubria toda Troya, las naves y los reales de los Griegos. La acometimos en torno con el fierro por donde sus grandes maderos presentaban menos trabazones, la arrancamos de sus altos cimientos y la impelimos. Ella se precipita derrepente con ruido horrible llevando la muerte, y cae por larga distancia sobre las falanges de los Griegos. Al pronto otras las reemplazan, y las piedras y todo género de armas no cesan un momento.

Delante del vestibulo y en el primer umbral, Pirro se agitaba centelleante con su armadura de acero; tal como la serpiente hinchada, de venenosa hierba apacentada que del rigoroso invierno se escondia bajo de tierra, y sale al claro dia, nueva, despojada del antiguo cuero, lustrosa, y jóven levanta orgullosa su pecho al sol, enroscando su lubrico espinazo y tres lenguas de su boca vibra.

Junto á él está Périfas de alta estatura, y Automedon escudero de Aquiles, que conducia sus caballos, y toda la juventud de Scyros. Acometen al palacio y arrojan llamas á los techos. Pirro el primero, despedaza los fortisimos portales con una hacha de dos filos, arranca de sus