Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/80

Esta página no ha sido corregida
79
LIBRO SEGUNDO

muerte por pérfidos indicios, solo porque se oponia á la guerra. ¡Ahora le lloran muerto! Siendo aquel pariente mio, mi padre que era pobre, me mandó á pelear aqui desde mis mas tiernos años, bajo su direccion. Mientras que estuvo sin nota en el ejército, y hacia prosperar al imperio con sus consejos, yo obtuve algun nombre y algun honor. Despues que por los celos que el falso Ulises (digo lo que nadie ignora) hubo abandonado este mundo, acongojado pasaba yo mi vida en el duelo y en la soledad, y dentro de mi mismo me indignaba de la desgracia de mi inocente amigo. Insensato que no guardé reserva! Prometí que si la suerte me era favorable, y si alguna vez volvia vencedor á Argos, mi pátria, tendria quien le vengara. Con estas palabras provoqué mortales odios. Este es el primer origen de mi desgracia. Desde entonces no cesó Ulises de atemorizarme con nuevas calumnias, de esparcir rumores equivocos en la multitud y buscar maliciosamente sus armas ordinarias; ni paro un momento hasta que por el ministerio de Calchas...

¿pero para que recuerdo en vano estos tristes sucesos? ¿Por qué os retardo? Si todos los Griegos son iguales para vosotros, es bastante lo que habeis oído. Matadme ya. Esto desea Ulises, y los Alridas os recompensarán con grandes premios."

Entonces nosotros, sin comprender tanta maldad y toda la astucia griega, le incitamos con empeño á seguir y á que nos diga las causas por qué querian