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LIBRO PRIMERO

29 real banquete, y entre el alegre vino, cuando te estreche en sus brazos, y te imprima dulces besos, sopla en su seno un oculto fuego y tus perfidos venenos.

El Amor se presta á los deseos de la querida madre, y despojado de sus álas, parte imitando alegre el andar de lulo. Entretanto Vénus esparce sobre los miembros de Ascanio un dulce sueño, y la diosa le lleva dormido en su regazo á los altos bosques de la Idalia, donde el suave Amoradux, exhalando el olor de sus flores, le cubre con plácida sombra.

Y ya Cupido alegre, conducido por Achates, obedeciendo á su madre, iba llevando á los Tirios los reales presentes. Cuando llego, la Reina se sentó en el medio de un lecho de oro entre soberbias colgaduras. Llega tambien el padre Eneas y la juventud troyana, y se reclina en un lecho de púrpura[1]. Los esclavos vierten limpia agua en sus manos; les presentan tohallas de blanca lana y sacan el pan de unas canastas. En lo interior, cincuenta esclavos en larga fila tienen cuidado de preparar la comida y mantener el fuego de los dioses Penates. Cien otros, é igual número de sirvientes de la misma edad, cargan nesas con los manjares y ponen las copas. Entran tambien los Tirios sucesivamente á las alegres salas y se recuestan sobre lechos bordados que les señalan. Admiran todos los presentes de Eneas, admiran á lulo, el rostro brillante del dios, su fiogido lenguaje, el manto y el velo bordado con acanto dorado. Principalmente la infeliz hija de Tiro,