Página:La Eneida - Dalmacio Velez Sarsfield y Juan de la Cruz Varela.pdf/283

Esta página no ha sido corregida
282
LA ENEIDA

maduras iguales, tan amigas mientras el reino de la noche las retiene, si ellas llegan á gozar de las mansiones de la vida, ¡ah qué guerra se harán! ¡De cántos ejércitos y estragos se rodearán cuando el suegro bajando de las montañas de los Alpes y de las alturas de Mónoceo, el yerno le oponga los ejércitos del Oriente que habrá reunido![1]. No acostumbreis ¡oh hijos! vuestras almas á tan horribles guerras, ni convirtais vuestras poderosas fuerzas contra las entrañas de la Patria. Tú que traes tu origen del Olimpo, descendiente mio, se el primero en perdonar y arrojar esas armas de tus manos.

"Aquel, famoso por haber acabado á los Griegos, despues de rendir á Corinto llevará triunfante su carro hasta el alto Capitolio[2].

"Este, destruirá á Argos y á Misenas, cortes de Agamenon, y al mismo Escides descendiente del valoroso Aquiles, y vengará á los Troyanos sus abuelos y la violacion del templo de Minerva[3].

“Y á ti grande Caton, y á ti ¡oh Cosso! quién podrá pasaros en silencio? ¿quién á vos familia de los Gracos?[4].

"¡Ambos Scipiones, rayos de la guerra, azotes de la Libia! ¿quién podrá olvidaros? Ni á ti, Fabricio, poderoso por tu misma pobreza, ni á ti, Serrano, ocupado de echar semillas en los surcos. Fabios, adonde arrastrais mi memoria incapaz de seguiros? Tu eres aquel