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LA ENEIDA

para figurar los combates en los juegos. Eneas á ese tiempo y los escuadrones de los Teucros llegan juntos corriendo. Entonces las Troyanas huyen de miedo, desparramándose por diversas partes de la ribera, procurando ocultarse entre los bosques, ó en algun lugar de las cavernosas rocas. Arrepentidas de lo que han hecho, temen la luz del dia, y vueltas en si reconocen á los suyos, y ya Juno no inflama sus corazones. Pero no por eso las llamas y el incendio mitigan su indomable furia.

El fuego vive en la estopa debajo del mojado roble vomitando lento humo: el vapor incendiado corre poco á poco por el buque y el estrago cunde en todos sus maderos, sin que basten los esfuerzos de los empeñosos Troyanos, ni el agua que á torrentes derraman. Entonces el piadoso Eneas, rasgando el manto que llevaba y tendiendo al cielo sus manos, esclama, invocando el favor de los Dioses: "; Omnipotente Júpiter! si no te es odioso hasta el último de los Troyanos; si tu eterna bondad te hace compadecer en algo las desgracias de los mortales, haz, ¡oh padre! que mis naves se salven ahora de esas llamas, y libra de su ruinas estos tristes restos Teucros: ó si algo falta á tu venganza y yo lo merezco, dáme la muerte con tu enemigo rayo, ó que tu diestra me sepulte aquí mismo". Apenas habia acabado esta plegaria, cuando una negra tempestad se desata en lluvia deshecha con furia nunca vista. Los montes y los valles se estremecen al estampido del trueno, y un denso agua.