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LIBRO QUINTO

Helimo: y ya sobre este vuela Diores, resollando á sus espaldas y pisándole los pies. Si la carrera fuera mas larga, le pasaria ó dejaría dudoso el premio. Y ya cansados llegaban á la raya y tocaban el término, cuando el infeliz Niso resbálase en la blanda sangre de novillos que casualmente se habian inmolado allí, la cual derramada en el suelo empapaba las verdes yerbas. El joven que iba lleno de alegria, y ya victorioso, no pudo sostener en el suelo que pisaba sus vacilantes pies, y cae hácia delante sobre el inmundo lodo y la sagrada sangre, Pero el no se olvidó de Eurialo ni de su mútuo amor, y levantándose sobre las deslizantes yerbas, se opone á Salio, el cual echado sobre la mojada arena, cayó rodando al suelo.

Le pasa á Eurialo, y vencedor por el favor de un amigo, vuela entre el aplauso y griteria que le victoreaba, y llega el primero al término. Despues lleg& Helimo; y luego Diores la tercer palma obtiene. Entonces Salio hace resonar sus altos clamores por toda la reunion del vasto circo, y ante la augusta presencia de los ancianos, pide que se le restituya el honor que un fraude le ha arrebatado. El favor de los espectadores protejc á Eurialo, y le defienden sus lastimosas lágrimas y la virtud que se unia á la belleza de su cuerpo. Diores que aspira á un premio le ayuda, y á gritos le llama vencedor; pues si á Salio se concediera el primer bonor, en vanu él pretenderia la última palma. Entonces el padre