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LIBRO QUINTO

ruedas, ó que el viagero irritado la ha dejado herida y media muerta con el golpe de una piedra, y procurando huir, forma en vano largas espirales con su cuerpo: por un lado fiera, lanzando llama de sus ojos, levanta orgullosa el cuello dando agudos silvidos; por el otro extremo inmóvil por la herida, apenas se encorva y se envuelve sobre sus propios miembros; tal la nave de Sergesto con sus rotos remos, lenta se movía; pero tiende sus lienzos y entra en el puerto á velas desplegadas.

Eneas satisfecho con que Sergesto hubiera salvado la bave y vuelto á traer la gente, asignale uno de los premios prometidos; le da la esclava Teole, natural de Creta, instruida en los trabajos de Minerva, á cuyos pechos iban dos hijuelos.

Terminado este juego, el piadoso Eneas se encamina á una herbosa llanura, que rodean por todos lados altas colinas coronadas de bosques. En el centro del valle estaba un circo á manera de anfiteatro, por donde el héroe atraviesa acompañado de miles de espectadores, y ocupa el elevado asiento que se le habia preparado.

Desde alli invita á todos con valiosas recompensas; por si hay quien quiera disputar á la veloz carrera, y les pone á la vista los premios que obtendrán. De todas partes concurren mezclados Teucros y Sicilianos. Niso y Eurialo, los primeros; Eurialo en lo florido de sus años, famoso por su belleza; Niso tierno amigo de este jóven. Tras de estos sigue el real Deores de la