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LIBRO QUINTO

de placer les prodiga rústicos presentes, y alivia sus fatigas con obsequios amistosos.

Al día siguiente, luego que la luz del Sol hubo echado las estrellas con sus primeros albores, reune Eneas á sus compañeros esparcidos en toda la ribera, y desde la eminencia de una pequeña colina les habla asi: ; Ilustres Dárdanos! descendientes de la ilustre sangre de los Dioses, el año completa hoy el circulo de seis meses cabales, desde que sepultamos en la tierra las reliquias y los huesos de mi divino padre y le consagramos fúnebres altares. Ya ha llegado el dia, si no me engaño, que triste será siempre para mi, y siempre venerable! ¡Dioses! ¡Así lo habeis querido! Hálleme desterrado en los desiertos arenosos de la Getulia, ó acometido por los vientos en los mares de Argos, ó cautivo en la ciudad de Micenas, cumpliré sin embargo cada año mis votos, le haré las solemnes pompas funerarias de costumbre, y colmaré los altares con las debidas ofrendas. Y ahora si nos encontramos sin esperarlo donde están las cenizas y los huesos de mi padre; y si hemos llegado á un puerto amigo, y entrado en él, creo ciertamente que no es sin la voluntad y favor de los Dioses. Venid, pues, y reunidos hagámosle solemnes fiestas; pidámosle vientos favorables, y que permita que fundada nuestra ciudad, todos los años renovémos este homenaje en los templos que le consagremos. Acetes, hijo de Troya, os da dos bueyes por cada nave. Invitad al banquete los Dioses patrios[1],