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LIBRO TERCERO

lievadme á cualesquiera otras tierras. Esto es todo lo que deseo. Era, lo sé, uno de los de la Armada Griega, y confieso que he llevado la guerra al pueblo Troyano. Si por tanta culpa vuestro odio es implacable, arrojadme á las olas y sepultadme en ei profundo mar. Şi debo morir, me será grato morir á manos de hombres."

Dijo, y echándose á mis piés, abrazó mis rodillas y quedo asido de ellas. Nosotros le invitamos á hablar: que nos diga quién es, de qué sangre procede, y por fin, qué suerte le atormenta alli.

Mi inismo padre Anquises tiende en el acto al jóven su mano y animole con esta muestra segura de benevolencia. El, dejando al fin todo temor, nos dice estas palabras: “Itaca es mi patria. Fui compañero del desgraciado Ulises. Me llamo Acquemenides. Fui contra Troya huyendo de la pobreza de mi padre Adamanto.

¡Ojalá aquel triste estado me durara! Mis compañeros amedrentados, dejaron estas crueles mansiones, y olvidados de mi me abandonaron en la vasta cueva del Ciclope, inmenso y tenebroso albergue lleno de sangre y de comidas execrables. El, de una talla enorme parece tocar á los altos astros (į Dioses! quitad tal plaga de la tierra!). Su vista no puede soportarse, ni larga una pa- Jabra dulce. Se apacenta con la negra sangre y con las entrañas de los desgraciados. Yo mismo le he visto tendido boca arriba en su ancha cueva, tomar con su grande mano dos de nuestros compañeros, despedazarlos contra una