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LIBRO TERCERO

una mansion propia, una ciudad durable, muros para descansar de nuestras fatigas, y una posteridad. Protege la segunda Pérgamo de Troya, los restos salvados de los Griegos y del implacable Aquiles. Dinos á quién debemos seguir, á qué lugar nos ordenas ir, y dónde debemos fijar nuestra mansion. Danos, ¡oh padre! un presagio cierto é ilumina nuestras almas".

Apenas habia dicho estas palabras, cuando de repente sintióse que todo se estremecia, las puertas del templo, el laurel del Dios; que el monte entero se sacudia, y que abierto el santuario el trípode bramaba. Nos inclinamos sumisos hacia el suelo y una voz se oye que dice: " Fuertes Dardanos, la primera tierra que dio orijen á vuestros primeros abuelos, esa misma os recibirá á vuestra vuelta en su fértil seno. Buscad vuestra antigua madre: alli la casa de Eneas reinará sobre todo el mundo, y los hijos de sus hijos, y los que nazcan de ellos". Dijo esto Apolo y sus palabras hicieron nacer grande alegria y alborozo.

Pregúntanse todos cuáles sean esas murallas adonde Apolo quiere fijar sus destinos errantes y donde les manda volver. Entonces mi padre, revolviendo en su mente las tradiciones de los antiguos héroes, “escuchad, les dice, ob Proceres, y conoced vuestras esperanzas.

La isla de Creta, cuna del grande Júpiter, está en el medio de la mar. Allí se levanta el monte Ida, cuna de nuestra nacion: La pueblan cien grandes ciudades, reinos abundantes. De aqui es, si bien recuerdo lo que he oido,