que reviva la santa semilla de aquellos romanos que quedaron despues de construido aquel nido de perversidad.
—Si todos mis deseos se hubiesen realizado, le respondí, no estaríais vos fuera de la humana naturaleza; porque tengo siempre fija en mi mente y ahora me contrista verla así vuestra querida, buena y paternal imágen, cuando me enseñabais en el mundo cómo el hombre se inmortaliza: me creo pues en el deber, mientras viva, de patentizar con mis palabras el agradecimiento que os profeso. Conservo grabado en la memoria cuanto me referís acerca de mi destino, para hacerlo explicar con otro texto[1] por una Dama que lo sabrá hacer, si consigo llegar hasta ella. Solamente deseo manifestaros, que estoy dispuesto á correr todos los azares de la Fortuna, con tal que mi conciencia no me recuerda de nada. No es la vez primera que he oido semejante prediccion; y así, mueva su rueda la fortuna como le plazca, y el campesino su azada[2].
Entonces mi Maestro se volvió hácia la derecha, me miró, y despues me dijo:—Bien escucha, quien bien retiene.
—No por eso dejé de seguir hablando con ser Brunetto; y preguntándole quiénes eran sus más notables y eminentes compañeros, me contestó:—Bueno es que conozcas á algunos de ellos: con respecto á los otros, vale más callar; que para tanta conversacion el tiempo es corto. Sabe, pues, que todos ellos fueron clérigos[3] y literatos de gran fama, y el mismo pecado los contaminó á todos en el mundo. Con aquella turba desolada va Prisciano[4], como tambien Fran
- ↑ La prediccion de Farinata, que le será explicada por Beatriz.
- ↑ Modismo proverbial, que equivale á decir: «Cumpla cada uno su deber, y venga lo que Dios quiera.»
- ↑ Cherci: por contraposicion á los ignorantes, llamados legos, los antiguos italianos denominaban clérigos á los hombres doctos.
- ↑ Prisciano, gramático de Cesárea, que floreció en el siglo VI.