luz de la luna nueva, y aguzaban hacia nosotros las pestañas, como hace un sastre viejo para enfilar la aguja.
Examinado de este modo por aquellas almas, fuí conocido por una de ellas, que me cogió el vestido, exclamando:—¡Qué maravilla!—Y yo, mientras me tendia los brazos, miré atentamente su abrasado rostro, de tal modo que, á pesar de estar desfigurado, no me fué imposible conocerle á mi vez, é inclinando hácia su faz la mia contesté:—¿Vos aquí, ser Brunetto[1]?—Y él repuso:—¡Oh hijo mio! no te enojes si Brunetto Latini vuelve un poco atrás contigo, y deja que se adelanten las demás almas.—Yo le dije:—Os lo ruego cuanto me es posible; y si quereis que nos sentemos, lo haré, si así le place á este con quien voy.—¡Oh! hijo mio! replicó: cualquiera de nosotros que se detenga un momento, queda despues cien años sufriendo esta lluvia, sin poder esquivar el fuego que le abrasa. Así pues, sigue adelante; yo caminaré á tu lado, y luego me reuniré á mi mesnada, que va llorando sus eternos tormentos.
No me atreví á bajar del ribazo por donde iba para nivelarme con él; pero tenia la cabeza inclinada, en actitud respetuosa. Empezó de este modo:—¿Cuál es la suerte ó el destino que te trae aquí abajo antes de tu última hora? ¿Y quién es ese que te enseña el camino?—Allá arriba, en la vida serena, le respondí, me extravié en un valle antes de haberse llenado mi edad[2]. Pero ayer de mañana, le
- ↑ Miser Brunetto Latini, orador, poeta, historiador, filósofo y teólogo de Florencia; estaba al frente de una escuela célebre, de donde salieron Guido Cavalcante y Dante. Fué secretario de la República, que le confirió varias embajadas. Obligado á expatriarse por ser partidario de los Guelfos, fijó su residencia en Paris, donde compuso en francés una especie de enciclopedia, titulada El Tesoro. Dante le hace figurar en este círculo, por haber ejercido violencia contra sí mismo, entregándose al feo vicio de los sodomitas.
- ↑ Esto es, antes de haber cumplido enteramente el año 35 de su vida. La vision de